Crisis de Representación y Emergencia Ciudadana

Crisis de Representación y Emergencia Ciudadana


En el inicio de un nuevo siglo se vislumbra un agónico proceso de transformación y crisis de instituciones que muestran su decadencia colosal a la hora de jugar su papel fundamental en las democracias modernas.
Ya pasaron dos siglos de prueba de estas dos instituciones que surgieron para adaptar los modelos de la democracia antigua a las condiciones de un mundo moderno, cuyo soporte ideológico se inicia con una burguesía desesperada para que sus acciones se enmarcaran dentro de ciertos derechos civiles y políticos con el motivo de hacer frente a un nuevo contexto de desarrollo industrial y económico, es decir el capitalismo.
Pero, para hablar antes de lo que significa una crisis es necesario resaltar varios factores que influyeron en el mundo occidental con el fin de desentrañar las causas que hoy nos llevan a hablar de una crisis de representación y una crisis de ciudadanía.
El primer paso seria reconocer que la representación política nació por la imposibilidad de que el pueblo se haga cargo directamente de las cuestiones políticas, debido al conflicto político que existía en la modernidad en contraposición a la Grecia Antigua en donde predominaba una armonía de intereses, es decir una voluntad general bien formada.
En el segundo caso, la ciudadanía fue el status político de pertenencia a una comunidad otorgado a los hombres modernos que al plasmarse en normas jurídicas actuaba como un mecanismo democrático para el reconocimiento de la tan deseada igualdad de los hombres
Ahora bien, en nuestra desgarradora realidad asistimos a un proceso de anomalías constantes, puesto que tenemos por un lado una representación política no-representante y una ciudadanía erosionada.
Lo que más aqueja es la ciudadanía porque si reconocemos que todo mal gobierno es producto de un pueblo malo, entonces podríamos poner en ejercicio la responsabilidad y decir que los males recaen sobre nosotros pues el masoquismo social es nuestra mejor virtud. Pero yendo más al fondo de la cuestión creo que las instituciones diseñadas para representar y para ejercer derechos ciudadanos son una opción hasta ahora únicas, no hay otra forma que éstas, salvo aquellos ejercicios alternativos al sistema como los que se dan en ciertos movimientos sociales de campesinos o en las comunidades formadas en Villa El Salvador en Perú en donde existían 250000 pobres que partieron de la miseria absoluta y hoy a partir de la instalación de un modelo de autogestion participativa lograron levantar en 20 años 50000 viviendas, escuelas, centros de salud y poseen tasas de alfabetización y salud muy superiores a las de su país, producen sus alimentos y desarrollan un parque industrial para micreoempresas. Este es un caso muy llamativo de llegar a un bien común particular diferenciado de nuestro famoso bien común Burgués.
Siguiendo el hilo conductor creo que el buen ejercicio de la ciudadanía es condición necesaria (no suficiente), para salir de la crisis de representación. Cabe decir al respecto que dicha crisis es aún más que una crisis ciudadana, tiene que ver también con una crisis en los valores modernos o mejor dicho en los valores pos-modernos, puesto que allí radican los males que obstaculizan nuestro horizonte de vida, ellos son en parte; el traslado de la lógica de la acumulación desmedida del capital a la función publica y a los partidos políticos, la manipulación ejercida por los políticos y periodistas a través de los medios informáticos, la ausencia de ideologías convincentes y particularmente en Catamarca la falta de opciones políticas me, refiero a partidos y candidatos que hoy luchan en competencia electoral por captar nuestro votos, y... despues...nada más.......
Al no estar la ciudadanía en pie de guerra, es muy difícil el cambio político. Hoy la ciudadanía se disputa internamente un conflicto de clases, de grupos, de valores, de supervivencia a la pobreza y que se torna imposible a la hora de decidir un rumbo hacia la consecución del cambio o hacia una buena representación política como medio para el cambio. Esta erosión hacen que las fronteras no sean claras, entonces se produce el desencanto con la política, falta de credibilidad, y lo más terrible una ausencia de participación política.
Con lo dicho quiero aclarar que la representacion politica y la ciudadania son opciones y no hay que jusgarla como buena o malas sino, hay que juzgarlas en el momento de la aplicación. Es por ello que propongo que la representacion debe ser ejercida como una obligacion; esto es un mandato obligatorio en donde los representantes queden obligados por el pueblo que los vota, y periodicamente rindan cuenta de sus actos a los ciudadanos. Y por otro lado los ciudadanos debemos optar por participar en los asuntos publicos exigiendo respuestas a nuestras necesidades.
Esto podría sonar un tanto trillado sino utópico. Pero ¿Cambiarían las cosas si existiese en la conciencia de los representantes un mandato obligatorio?, ¿Evaluaríamos mejor a nuestros representantes si nos muestran a lo largo de su campaña una declaración jurada de sus bienes y patrimonio?, ¿Nos daría más ganas de participar en los asuntos públicos si es que nos permiten debatir sobre la implementación de sus políticas publicas?, ¿Tendríamos una ciudadanía fuerte e infranqueable, si nos responden cotidianamente a nuestras necesidades sociales?.
Yo creo que en estos interrogantes puede haber respuestas positivas y esperanzadoras siempre que la intolerancia no nos seduzca, y hagamos de la participación como lo que significa etimológicamente “tomar parte” en los asuntos públicos y hacer la revolución desde nuestros ámbitos particulares.

Lic. Emanuel Soberón